SIGUATEPEQUE, Honduras — Cuando la Asamblea Espiritual Nacional Bahá'í de Honduras creó un comité de emergencia a principios de la pandemia, puso en marcha un proceso que resultaría esencial meses después en su respuesta al impacto devastador de los huracanes Eta e Iota.
En noviembre, cuando se supo la noticia de que se acercaba el huracán Eta de categoría 4, el comité de emergencia hizo esfuerzos para crear conciencia sobre el desastre inminente. Gloria Perdú, miembro del comité, dice: “Habían pasado muchos años desde que el país fue azotado por una tormenta tan poderosa, y la mayoría de la gente no esperaba tal devastación. La red que habíamos establecido a principios de año nos permitió alertar a las personas sobre las precauciones que deben tomar antes de la tormenta”.
El huracán Eta tocó tierra frente a las costas de Nicaragua el 3 de noviembre antes de atravesar Honduras. Esto fue seguido por Iota, un huracán de categoría 5, solo dos semanas después, dejando un nivel de destrucción en la región que no se había visto en la historia reciente. Las fuertes lluvias causaron inundaciones generalizadas, mientras que las comunicaciones, la energía y las carreteras se vieron comprometidas en muchas áreas.
La Asamblea Nacional, al ver el inmenso poder de un espíritu devocional para crear un ambiente espiritual y sentimientos de solidaridad durante una crisis, llamó al comité de emergencia para ayudar a promover las oraciones en todo el país.
“En un momento oscuro, la campaña de oración fue un acto de esperanza”, dice Andrea Castiblanco, miembro de la Asamblea Espiritual Nacional y del comité de emergencia. “Aunque estés asustado, sabes, incluso en medio de la tormenta con las comunicaciones caídas, que otros en todo el país se unen a ti en un acto profundamente sagrado. Y al orar, obtienes inspiración del conocimiento de que pueden tomar una acción unificada juntos después”.
La Sra. Perdú explica cómo el comité ha podido movilizar a mucha gente a la acción. “Nos fijamos en las comunidades bahá'ís locales de todo el país que, durante décadas, han estado aprendiendo sobre la creación de capacidad en un número cada vez mayor de personas para contribuir al progreso de su sociedad.
“Esto permitió que el comité de emergencia estableciera rápidamente una red compuesta por personas e instituciones que tienen habilidades organizativas y un deseo de unir a las personas en armonía y unidad”.
La Sra. Perdu continúa explicando cómo la red fue fundamental para canalizar personas y recursos a las áreas de necesidad. “Las familias de las zonas menos afectadas, por ejemplo, donaron todos los suministros o ropa que pudieron, que se distribuyeron a otras zonas. El espíritu de unidad y servicio desinteresado con el que la gente ha respondido ha traído una gran esperanza en este momento de gran dificultad”.
El enfoque central del comité de emergencia ha sido su capacidad para fomentar la capacidad en las comunidades locales para tomar la iniciativa en sus propios esfuerzos de respuesta, recuperación y desarrollo.
Un joven de la comunidad bahá'í local de San Pedro Sula dice: “Siento que este es un momento para reflexionar sobre lo que es verdaderamente importante. Estamos reconstruyendo nuestras casas y ayudando a nuestros vecinos a reconstruir las suyas. La gente se está dando cuenta de cuánto debemos apoyarnos unos a otros. Este es el momento de unirnos y construir algo nuevo, no solo materialmente sino también espiritualmente”.
En las semanas posteriores a las tormentas, el comité ha centrado su atención en las necesidades a largo plazo. La Sra. Castiblanco afirma: “Muchas personas han estado sin empleo desde el comienzo de la pandemia, o tenían pequeños negocios como hacer mollejas, vender ropa o peluqueros, pero perdieron todos sus bienes y equipos en las tormentas. Estamos buscando establecer un fondo inicial para ayudar a las personas a comprar los materiales que necesitan para reiniciar sus negocios”.
