Por Christopher Wells
Representantes del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, el Arzobispo de Canterbury y otras iglesias cristianas y comunidades eclesiales se unieron al Papa Francisco en la Basílica de San Pablo Extramuros para un servicio de Vísperas Ecuménicas que marca la conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos .
El tema de la Semana de Oración de este año está tomado del relato evangélico del viaje de los Reyes Magos a Belén para adorar al Niño Jesús: “Vimos su estrella en el oriente y venimos a adorarlo”.
La historia de los Reyes Magos puede ayudarnos en el camino hacia la unidad plena, dijo el Papa Francisco en su homilía de Vísperas, centrándose en tres etapas de su camino: sus inicios en Oriente, su paso por Jerusalén y su llegada final a Belén.
Comenzado en el este
El Papa señaló que los Reyes Magos vieron la estrella en Oriente, por donde sale el sol. No estaban contentos con su propio "conocimiento y tradiciones", dijo, sino que "deseaban algo más". El Papa Francisco hizo un llamado a todos los cristianos a seguir la estrella de Jesús y su invitación a la unidad, “sin preocuparse por lo largo y agotador que pueda ser el camino”.
En nuestros días, continuó el Papa, “Oriente también nos recuerda a los cristianos que viven en varias regiones devastadas por la guerra y la violencia”, y especialmente en el Medio Oriente. Los mártires de estas regiones, dijo, indican un claro camino hacia la unidad.
Llegada a Jerusalén
Cuando los magos llegaron a Jerusalén, fueron traídos abruptamente a la tierra cuando Herodes “y toda Jerusalén con él” se turbaron en su misión. “En la ciudad santa, los Magos no vieron reflejada la luz de la estrella, pero experimentaron la resistencia de las fuerzas oscuras de este mundo”.
El Papa Francisco dijo que en nuestro propio camino hacia la plena unidad de los cristianos, “nosotros también podemos detenernos por la misma razón que paralizó a esa gente: la confusión y el miedo”. Invitó a los cristianos a no tener miedo de las novedades que alteran nuestras tradiciones y hábitos, sino a “confiar los unos en los otros y caminar juntos”.
Señaló, también, que a pesar de la resistencia que enfrentan, fue precisamente en Jerusalén donde los Magos descubrieron el camino a Belén. Animó a los cristianos modernos a reflexionar y meditar juntos sobre las Escrituras, acercándose a Jesús a través de Su palabra, pero también acercándose a nuestros hermanos y hermanas.
Llegando a Belén
Finalmente, dijo el Papa, los Reyes Magos llegaron a Belén, donde se arrodillaron y adoraron al Niño Jesús. “De esta manera, los magos prefiguraron a los discípulos de Jesús, muchos pero uno, que al final del Evangelio se postraron en adoración ante el Señor Resucitado en la montaña de Galilea”. Ambos eventos pueden convertirse en signos proféticos para los cristianos contemporáneos que anhelan la plenitud de la unidad, que el Papa dijo que solo se puede alcanzar a través del culto al Señor. “La etapa decisiva del camino hacia la plena comunión -insistió- exige una oración cada vez más intensa, el culto a Dios”.
Sin embargo, agregó, la adoración también exige humildad, cayendo de rodillas, “dejando de lado nuestras propias pretensiones para hacer del único Señor el centro de todo”. Invitó a los cristianos a pedir el coraje de la humildad, “la única forma de llegar a adorar a Dios en la misma casa, alrededor del mismo altar”.
Los regalos de los Reyes Magos
Finalmente, el Santo Padre reflexionó sobre los regalos que los Reyes Magos entregaron al Niño Jesús, que simbolizan los dones que el Señor desea recibir de nosotros: Oro, mostrando que Dios debe estar en primer lugar; incienso, que simboliza la importancia de la oración; y la mirra, que nos llama a “honrar el cuerpo de Jesús bajado de la cruz”, que “nos habla del cuidado de la carne doliente del Señor, reflejada en las llagas de los pobres”.
En conclusión, el Papa invitó a los cristianos a seguir el ejemplo de los Reyes Magos, que regresaron a sus casas “por otro camino”. “Como Saulo antes de su encuentro con Cristo”, dijo, “necesitamos cambiar de rumbo, invertir el camino de nuestros hábitos y de nuestros caminos, para encontrar el camino que el Señor nos indica: el camino de la humildad, fraternidad y adoración.”
El Papa Francisco oró: “Oh Señor, concédenos el valor de cambiar de rumbo, de convertirnos, de seguir tu voluntad y no la nuestra; para ir juntos hacia ti, que por tu Espíritu nos quieres hacer uno”.
