¿Qué insectos que vivieron hace más de 100 millones de años portaban la malaria y los dinosaurios tenían problemas de visión?
En las últimas décadas, los paleontólogos han descubierto una serie de hechos previamente desconocidos sobre los dinosaurios. Los descubrimientos que los científicos siguen haciendo con la ayuda de las tecnologías modernas cambian constantemente nuestras ideas sobre estas extraordinarias criaturas.
Ejemplos en este sentido son varios estudios que arrojan más luz sobre los problemas de salud de los dinosaurios. Sus resultados muestran que algunas de las enfermedades que padecieron no solo existen hasta el día de hoy, sino que incluso afectan a las personas.
Algunos expertos apuntan a que las enfermedades en cuestión se convirtieron en una de las principales causas de la extinción de los dinosaurios.
Cáncer
Hace casi 20 años, un equipo de científicos dirigido por Bruce Rothschild de la Universidad de Medicina de Rootstown, Ohio, hizo un descubrimiento sorprendente: los dinosaurios padecían cáncer. Los expertos examinaron unos 10,000 fósiles almacenados en varios museos de Estados Unidos y Canadá. Pertenecían a diferentes especies: tiranosaurios, estegosaurios, triceratops, etc. Sin embargo, solo en los fósiles de 29 de los 97 hadrosaurios examinados se encontraron rastros de formaciones tumorales. Los científicos aún no están seguros de por qué solo esta especie se vio afectada por la enfermedad mortal. Según la teoría más popular, la causa radica en algunos químicos peligrosos en las coníferas que los animales en cuestión estaban comiendo.
Sin embargo, otro estudio reveló que no solo los hadrosaurios padecían cáncer. En 1989, se encontraron fósiles de un dinosaurio con cuernos llamado centrosaurus en la provincia canadiense de Alberta. Los científicos notaron de inmediato que uno de los huesos tenía una forma muy inusual. Al principio asumieron que era una fractura curada. Años más tarde, el fósil en cuestión fue sometido a un análisis detallado, a raíz del cual quedó claro que la distorsión se debía a un osteosarcoma, un cáncer de hueso agresivo. El tumor era enorme, "más grande que una manzana", señaló el paleontólogo David Evans de los Museos Reales de Toronto.
Malaria
Existe considerable evidencia de que la malaria es una de las enfermedades más antiguas. Fue transportado por insectos que vivieron hace más de 100 millones de años. Se trata de una especie inexistente de mosquitos hematófagos que habitaban las zonas ribereñas.
Algunos investigadores, incluido el entomólogo George Poyner Jr. de la Universidad de Oregon, incluso creen que la malaria contribuyó a la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años.
Sin embargo, todavía no hay evidencia concluyente que respalde esta afirmación. Hasta el día de hoy, no existe una vacuna que proporcione una protección completa contra la enfermedad. Poyner cree que analizar la historia de la malaria en detalle puede ayudar a abordar este problema y salvar muchas vidas.
Caspa
Un dinosaurio emplumado que vivió hace unos 125 millones de años es la criatura más antigua que tiene caspa. Los científicos señalan que el animal en cuestión es un microraptor, un pequeño depredador del tamaño de un cuervo.
Más tarde se vieron rastros de caspa en los fósiles de Bepiosaurus y Sinornithosaurus (los representantes de estas especies tenían aproximadamente el doble del tamaño de los microraptores). El descubrimiento en sí se hizo por casualidad, en el marco de la investigación de un importante rompecabezas evolutivo: si los dinosaurios emplumados tenían una piel suave y delicada como las aves modernas o algo similar a la "armadura" con cuernos de los lagartos.
“El plumaje de los fósiles es casi idéntico al de las aves modernas. Incluso se ve un giro en espiral de las fibras individuales”, señala la Dra. Maria McNamara, una de las autoras del estudio.
Al igual que los humanos, la caspa de los dinosaurios emplumados se compone de células resistentes llamadas corneocitos. Es importante tener en cuenta que en las aves se forma cuando se les quita la piel, como resultado de lo cual se cae su capa superior muerta. Se cree que esta característica apareció por primera vez durante el período Jurásico.
“Es muy emocionante rastrear cómo la piel de las primeras aves y los dinosaurios emplumados evolucionó rápidamente en respuesta a la aparición de las plumas”, agrega el Dr. McNamara.
Catarata
En algunos de sus trabajos científicos, el oftalmólogo Lawrence Croft sugirió que los dinosaurios sufrían masivamente de cataratas (una enfermedad ocular, también llamada “cortina del ojo”, que es un oscurecimiento del cristalino natural). Según él, muchos de ellos quedaron completamente ciegos y esto se convirtió en una de las principales razones de su desaparición. Croft también señala que los altos niveles de radiación ultravioleta provenientes del Sol no solo dañaron los ojos de los dinosaurios, sino que también provocaron un cambio climático catastrófico. Al mismo tiempo, los mamíferos lograron hacer frente a este problema, ya que cazaban principalmente de noche.
La mayoría de los paleontólogos no están de acuerdo con la teoría de Croft y enfatizan que no hay evidencia que la respalde. Según ellos, si la radiación ultravioleta fuera realmente fuerte, con el tiempo los dinosaurios habrían desarrollado algún tipo de mecanismo de defensa para protegerse de ella.
Tuberculosis y neumonía
Los científicos creen que las dos enfermedades en cuestión son incluso más antiguas que los dinosaurios. Hay evidencia de que un representante de la especie Proneusticosasiacus, un reptil marino que vivió hace unos 245 millones de años, padecía una enfermedad pulmonar. El descubrimiento se realizó después de que sus fósiles fueran sometidos a un análisis de rayos X. Los resultados del estudio mostraron que algunas de las costillas del reptil tenían una forma inusual. Al principio, los científicos asumieron que estas distorsiones eran causadas por lesiones, hongos o formaciones tumorales, pero luego resultó que en realidad se trataba de neumonía o tuberculosis extrapulmonar.
Los expertos también encontraron que el reptil prehistórico padecía la enfermedad durante meses o incluso años antes de morir. Algunos científicos, a su vez, creen que los huesos examinados son en realidad de otra especie: Cymatosaurus. Un detalle curioso es que tanto Proneusticosasiacus como Cymatosaurus están estrechamente relacionados con los notosaurios, reptiles marinos que vivían y se reproducían en la tierra pero cazaban en el agua, como las focas (coincidencia o no, estos mamíferos eran relativamente propensos a la tuberculosis).
Foto: El Microraptor fue uno de los dinosaurios más pequeños y vivió durante el Cretácico temprano. Miden 70 cm de largo. (Crédito de Emily Willoughby)