“Nadie está preparado para pasar por la guerra”, admite, a pesar de su amplia experiencia como humanitaria brindando ayuda de emergencia a quienes lo necesitan.
En los primeros días de la invasión, observó “con horror” cómo el ejército ruso avanzaba hacia el hogar de su infancia en Zaporizhzhia, especialmente porque su madre había decidido no irse.
En septiembre, finalmente pudo regresar a la ciudad en misión con OCHA y habló con los desafiantes residentes locales, incluida su madre, decidida a no permitir que la guerra destruyera sus vidas por completo.
puedes leerla historia completa y poderosa aquí.