En 1898 Heinrich Dreser, quien fuera jefe del laboratorio de la farmacéutica Bayer, presentaba en un Congreso Alemán de Naturalistas y Médicos un fármaco mucho más potente que la codeína y, según aseguraba, apenas era tóxico. Dicho fármaco era un opiáceo infinitamente más poderoso que la morfina y que, además, se aseguraba desde la empresa farmacéutica, apenas era adictivo. Su nombre: heroína.
El nombre a dicho producto se lo pusieron los propios empleados de la empresa a los que se utilizó como conejillos de indias. Las personas al tomarlo se sentían eufóricas y, al parecer, calmaba de manera inmediata algunas molestas dolencias muy extendidas en la época, tales como la tos y otras dolencias relativamente frecuentes en el quehacer diario. Quien la tomaba afirmaba sentirse eufórico, como un héroe. El propio Heinrich Dreser acabó también consumiendo el producto al ver el efecto en los trabajadores de la empresa.
Pero poco tiempo después aquel producto se revolvió como muy adictivo y fueron muchos los empleados de la empresa que acabaron siendo adictos. Estos, al no poder permitirse el producto de una manera normal, acabaron vendiendo diversas posesiones para seguir obteniendo el rédito de sentirse eufóricos químicamente. Muchos de aquellos primeros empleados-consumidores acabaron como zombis, viviendo en vertederos y lugares inmundos. Su organismo cada vez más les demandaba más dosis hasta que acabaron formando parte del mobiliario urbano bajo el nombre de junkies, en español
Pero toda aquella miseria humana, a la empresa Bayer, la propietaria de la patente de la famosa aspirina, le importaba bien poco y en 1899, cuando la tuberculosis hacía estragos en Europa, y teniendo en cuenta que se aseguraba por parte de Dreser que el medicamento realmente producía unos efectos beneficiosos sobre el paciente y que resultaba mucho más saludable que la morfina, la empresa farmacéutica se sacó de la manga una campaña contra dicha enfermedad, la tuberculosis, por todo el mundo y dada su “especial cualidad” se hizo especial hincapié en la salud de los niños. La revolución industrial había hecho que muchos pequeños trabajadores enfermasen y por lo tanto se lanzó el jarabe Bayer de heroína. A principios del siglo XX dicho producto farmacéutico era recetado en más de veinte países provocando que cientos de niños muriesen debido a que su sistema inmune era mas débil que el de los adultos. Incluso se pretendió que aquel remedio servía, incluso, para combatir los catarros.
A aquella demencia se unieron, además colectivos de psiquiatras, quienes vieron en aquel fascinante compuesto un remedio eficaz para la depresión y lo que por aquel entonces se denominaba neurastenia. La locura se extendió incluso hasta los tratamientos de adictos a la morfina, sin darse cuenta de que aquel compuesto denominado heroína, a su paso por el hígado se transformaba en más morfina, por lo que la adicción que generaba era mucho mayor que ésta. Hasta el famoso panfleto Boston Medical and Surgical Journal aseguró que la heroína era superior a la morfina y que carecía de riesgo de adicciones. Fue sin duda un producto avalado por la ciencia de la época.

El historiador Fernando Paz, en su libro ¡Despierta! comenta lo siguiente:
“… aunque a los pocos años surgieron voces que clamaban contra el uso medicinal de la heroína, consiguiendo, finalmente, poner fuera de la circulación el “medicamento”, este se extendió a otros compuestos que siguieron comercializándose hasta bien entrada la tercera década del siglo XX”.
Dicho historiador comenta que la empresa Eli Lily, por ejemplo, comenzó a vender frascos de cien tabletas de heroína. Y que la empresa británica Allen and Hanburys, que luego se fusionó dentro del grupo Glaxo, patento unas pastillas que para potenciarlas mezcló con cocaína. El mismo historiador sigue comentando:
“… en Estados Unidos se excluyó la heroína de la venta libre en 1920, para entonces ya existían unos doscientos mil heroinómanos en el país. Pero sólo fue prohibida en 200,000. Ese mismo año, la Enciclopedia de Espasa Calpe todavía la describía como 'un buen sucedáneo de la codeína y de la morfina' …”.
En aquella época existía una especie de Comité de Higiene de la Sociedad de Naciones, algo parecido a la OMS actual, que no aconsejó su ilegalización hasta 1931. Aunque en Alemania se siguió vendiendo en farmacias hasta 1958, convirtiéndose así dichos establecimientos en unos interesantes “camellos” a través de los cuales llegaba dicho producto a miles de personas. Se ilegalizó en dicho país en 1971.
Estas breves notas sobre un tema complejo como debería abrirnos los ojos al uso por parte de las grandes farmacéuticas de productos cada vez más peligrosos y, por supuesto, adictivos. Esto es algo sobre lo que estaremos informando, a pesar de que bien pueden ser tratados como alarmistas. La heroína estaba respaldada por la ciencia, al igual que miles de otros productos. Hoy veremos pocos reportajes en los medios sobre temas como este porque el dinero que se gasta en publicidad de drogas, muchas veces innecesaria, llena la cuenta de ingresos de muchos grupos mediáticos. Estos breves apuntes sobre un tema complejo como la Heroína nos deben abrir los ojos sobre la utilización por parte de las grandes farmacéuticas de productos cada vez más peligrosos y por supuesto adictivos. Algo de lo que iremos informando a pesar de que muy posiblemente los traten de alarmistas. La heroína fue avalada por la ciencia al igual que otros miles de productos. Hoy veremos pocas denuncias en medios de comunicación sobre temas como este dado que el dinero que se invierte en publicidad de medicamentos, en muchas ocasiones, innecesarios, rellenan la cuenta de ingresos de muchos grupos mediáticos.
Debemos respetar a la ciencia si, pero a la ciencia con conciencia, algo de lo que adolecen muchos científicos y muchas empresas.
Bibliografía:
¡Despierta! Libro de Fernando Paz, publicado por editorial La Esfera de los Libros 2021.