A mi hijo, con 15 años le recetaron Oxiconti, sufrió años y años de adicción y a los 32 años falleció en soledad y bajo el frío en el aparcamiento de una gasolinera. Quien afirma lo anterior, es la madre de Christopher Tejo. Y su testimonio aparece en el capítulo nº 1 de la serie “Painkiller”, que desde hace unos días se puede ver en la plataforma Netflix (puedes ver el tráiler a continuación).
Pero vayamos por partes. El Oxiconti, Oxicontin y Oxicodona, son fármacos de la misma familia que se siguen recetando para presuntamente aliviar el dolor a lo largo de 12 horas. Si por casualidad se lo receta su médico de cabecera, antes de tomarlo, en cualquier parte del mundo o bajo cualquier circunstancia, no estaría de más entrar y leer lo que pone en la agencia de medicamentos y productos sanitarios de su país.
En el caso que nos ocupa, la agencia española de medicamentos y productos sanitarios, en el siguiente enlace nos advierte claramente sobre los peligros de ingerirlo: CIMA ::. PROSPECTO OXYCONTIN 5 mg COMPRIMIDOS DE LIBERACION PROLONGADA (aemps.es). Si usted después de leerlo considera que debe ingerir dicho veneno, recuerde el caso recomendado en la entradilla.
Extraigamos un par de notas de dicha información, siendo todo ellos relevante:
El uso concomitante de opioides, incluida la oxicodona, y medicamentos sedantes como las benzodiazepinas o medicamentos relacionados, aumenta el riesgo de somnolencia, dificultad para respirar (depresión respiratoria), coma y puede poner en riesgo la vida. Debido a esto, el uso concomitante solo debe considerarse cuando no son posibles otras opciones de tratamiento.
(…) Este medicamento contiene oxicodona, que es un medicamento opioide. El uso repetido de analgésicos opioides puede hacer que el medicamento sea menos eficaz (usted se acostumbra a él, lo que se conoce como tolerancia). El uso repetido de OxyContin también puede causar dependencia, abuso y adicción, que puede provocar una sobredosis que ponga en riesgo su vida.
Repito, lea con atención el enlace anterior con el propósito de saber hasta que punto la información puede salvarle la vida. Aunque si lo prefiere, le animo a leer el libro El imperio del dolor, de Patrick Radden Keefe, un periodista de The New Yorker, en cuyo texto se a basado la serie "Medicina Letal" de la plataforma Netflix.
Además, al inicio de cada uno de los capítulos se va a encontrar el espectador con el testimonio de un familiar de algún afectado por dicho “cáncer” mundial convertido en pastilla. Algo interesante que añade un valor a la información que se facilita.
Quizá el único riesgo que subyace para el espectador es pensar que se trata de una ficción y eso le aleje de la verdadera realidad, que no es otra que los miles, sino millones de adictos que ha ido creando por todo el mundo dicho compuesto, al amparo de farmacéuticas, visitantes médicos, médicos y dispensadores.
Sin contar con el sinfín de personajes siniestros vinculados al tráfico de este medicamentos que abastecen a los adictos cuando la Medicina Letal le ha puesto la soga al cuello y después los abandona. Quizá por comentar alguna otra relevante historia llevada a la pequeña pantalla y que fue mundialmente conocida es "House". La historia de un médico que iba mandando a la mierda su vida de manera permanente por su adicción a los opiáceos y en especial a la oxicodona.
También se puede tener, al margen de los miles de documentos que existen sobre dicho tema, acceso a más información con la serie ya amortizada Dopesik. Dicha serie fue la primera que se realizó en los EEUU sobre dicho tema.
Curiosamente al margen de la ficción, que saca de una manera recurrente el tema de la oxicodona como parte de una trama e incluso detiene a determinados traficantes con apenas el contenido de cualquier frasco de los que se pudiera conseguir en algún lugar del mundo por cauces legales, salvo estas dos series y el libro antes mencionado no se suele divulgar mucho sobre dicho tema. ¿Por qué?
Quizá la respuesta esté en el libro antes mencionado "El imperio del dolor/em>", en cuya contraportada podemos encontrar un reclamo-resumen de cuanto nos vamos a encontrar en su interior:
“El apellido Sackler adorna los muros de las instituciones más distinguidas: Harvard, el Metropolitan, Oxford, el Louvre… Es una de las familias más ricas del mundo, benefactora de las artes y las ciencias. El origen de su patrimonio siempre fu dudoso, hasta que salió a la luz que lo habían multiplicado gracias al OxyContin, un potente analgésico que cataliza la crisis de los opioides en Estados Unidos”.
“El Imperio del Dolor" empieza en la Gran Depresión, con la historia de tres hermanos dedicados a la medicina: Raymond, Mortimer y el infatigable Arthur Sackler, dotado de una visión especial para la publicidad y el marketing. Años después, contribuyó a la primera fortuna familiar ideando la estrategia comercial de Valium, un revolucionario tranquilizante.
Unas décadas mas tarde fue Richard Sackler, el hijo de Raymond, quien pasó a dirigir los negocios del clan, incluida Purdue Pharma, su propia farmacéutica. Basándose en las tácticas agresivas de su tío Arthur para vender Valium, lanzó un fármaco que había de ser definitivo: OxyContin. Con él ganaron miles de millones de dólares, pero terminaría por arruinar su reputación.
¿Creen ustedes que la reputación de estos siniestros personajes les preocupa a los miles de víctimas y cientos de miles de familiares que han visto como se destrozaban la vida los adictos a ese medicamento y sus derivados?
Sin embargo, los Sacklers no parecen ser los únicos culpables. Quizá sea el momento de empezar a desmontar la reputación de determinadas instituciones. Estimadas universidades y los prestigiosos museos antes mencionados deberían considerar si tener tal nombre adornando sus paredes los convierte en cómplices emocionales de esta tragedia. ¿Y qué hay de muchos de los medios de comunicación, corporaciones e incluso políticos del mundo que, estoy seguro, se han beneficiado del apoyo de esta familia entre sus donantes?
Pero déjame abstenerme de ser el que diga esto; más bien, permítanme hacerme eco de los sentimientos de Patrick Radden y concluir con sus palabras:
(página 573 del libro) Como he subrayado a lo largo del libro, OxyContin estaba lejos de ser el único opioide publicitado de manera fraudulenta o reconocido por su abuso generalizado, y mi elección de centrarme en Purdue no implica que no haya otras compañías farmacéuticas que no merezcan una parte justa de la culpa de la crisis. Lo mismo puede decirse de la FDA, los médicos que escribieron las recetas, los mayoristas que distribuyeron los opioides y las farmacias que cumplieron con esas recetas.
(…) Las tres ramas de la familia Sackler mostraron poco entusiasmo ante la perspectiva de que se publicara este libro. La viuda de Arthur y sus hijos rechazaron repetidamente las invitaciones para conversar, al igual que la rama Mortimer de la familia. La rama de Raymond optó por una postura de antagonismo más activo, llegando incluso a contratar a un abogado, Tom Clare, que dirige una Boutique bufete de abogados con sede en Virginia, que se especializa en intimidar a los periodistas para hacer que las historias “mueran” incluso antes de que se publiquen.
Me gustaría señalar que el texto en negrita es mi adición, y cualquier error en el texto es mío. Es evidente que las industrias farmacéuticas pueden ejercer su poder para afectar negativamente a las personas con ciertos tipos de medicamentos, a menudo empleando el eufemismo del bien mayor, aceptado por unos medios complacientes cuando se trata de investigación, o por un sistema de salud laxo cuando se trata de implementando medidas, ocasionalmente debido al atractivo de regalos o gratificaciones.
Tenga cuidado con los opiáceos, independientemente de su tipo. Son adictivos y peligrosos, con terribles efectos secundarios. Como indican sus contraindicaciones, podría poner en peligro su salud o incluso su vida.
Sin embargo, ¿reconoce esto el establecimiento médico y político mundial? Depende de nosotros asegurarnos de que no terminemos, al final, como una sociedad sedada por la influencia de un puñado de grandes corporaciones farmacéuticas, cuyo único interés es un puñado de dólares.
Publicado por primera vez en EuropaHoy.Noticias