El chocolate es un manjar favorito para las personas, pero para los gatos y los perros es un auténtico veneno, escribe la revista «Sciences et Avenir» y explica por qué las mascotas no deben ser «mimadas» con chocolate bajo ningún concepto.
Para ellos, el chocolate es tóxico, ya que no es absorbido adecuadamente por su organismo. Esto se debe al alcaloide teobromina, que está presente en el cacao y, por tanto, en el chocolate.
La sustancia resulta peligrosa para la salud cuando se almacena en grandes cantidades en el hígado. El chocolate negro contiene unos 12 gramos de teobromina, el chocolate con leche el doble y el chocolate blanco cantidades muy pequeñas.
La teobromina no daña al ser humano ya que éste logra descomponerla rápidamente.
Sin embargo, los perros tardan 20 horas en deshacerse de esta molécula, que puede acumularse en el hígado y provocar intoxicación si ingieren grandes cantidades de chocolate de una sola vez.
Entre los síntomas están vómitos, diarrea, pulso acelerado, convulsiones.
Lo mismo ocurre con los gatos, aunque se sienten menos atraídos por el chocolate que los perros porque no pueden saborear los dulces con la lengua, aunque hay excepciones.
Además, la obesidad de las mascotas es objeto de numerosas campañas educativas dirigidas a los propietarios.
Un tribunal del noroeste de Inglaterra ha prohibido a un hombre británico tener mascotas durante los próximos diez años porque su dálmata ha engordado demasiado, escribió el tabloide inglés “Sun” en noviembre de 10.
John Green, un hombre de 40 años residente en Macclesfield en Cheshire, mostró una irresponsabilidad extrema hacia su perro Barney y lo alimentó con patatas fritas y chocolate.
Así, en tan sólo tres meses, llegó a engordar varias veces más de lo normal para su raza y alcanzó los 70 kg.
Green fue avisado por conciudadanos alarmados y vigilantes.
Los funcionarios de control de animales advirtieron a Green que la salud de su perro estaba en peligro y recomendaron que lo pusieran a dieta.
Sin embargo, no siguió las recomendaciones y el perro continuó ganando peso.
Finalmente, el dálmata fue sacado de la casa de su dueño en junio y puesto a dieta en una perrera privada, donde el personal se aseguró de que hiciera suficiente ejercicio.
Como resultado, Barney, que tiene ocho años, perdió 40 kg.
Green se declaró culpable de causarle sufrimiento innecesario a su perro, pero el tribunal encontró algunas circunstancias atenuantes porque el hombre trataba a Barney más como un amigo que como un perro y no se dio cuenta de que le estaba haciendo daño.
Por eso Green sólo fue condenado a 200 horas de servicio comunitario y a pagar 780 libras en costas.
Fotografía ilustrativa de Glenn: https://www.pexels.com/photo/high-angle-photo-of-a-corgi-looking-upwards-2664417/
