Es lamentable que Blast, bajo el pretexto de una supuesta investigación periodística del periodista Philippe Engel, haya decidido difundir acusaciones falsas y difamatorias contra mí y mi organización, Bruxelles Média. Deseo aclarar las cosas y exponer los verdaderos motivos que se esconden detrás de estos ataques.
1. Almouwatin asbl ya no existe: una manipulación evidente
En primer lugar, es esencial señalar que Almouwatin cerró definitivamente en 2019 y que Bruxelles Média se fundó en un marco completamente nuevo. El hecho de que Blast opte por mezclar las dos entidades demuestra una flagrante falta de profesionalismo y una voluntad deliberada de sembrar confusión. Nuestras oficinas están ubicadas en Ciudad de las Asociaciones En Bruselas, cumplimos plenamente con nuestras obligaciones legales y estamos reconocidos por el CSA belga (Consejo Supremo del Sector Audiovisual).
2. Una colaboración transparente y constructiva
Nuestra relación con Eddy Van Ryne es de colaboración amistosa y profesional. Blast intenta presentar nuestro trabajo como sospechoso, mientras que trabajamos juntos para promover iniciativas de diálogo interreligioso y de paz. Mis habilidades son reconocidas y mi compromiso con proyectos constructivos no puede ser cuestionado por insinuaciones maliciosas.
3. Independencia demostrada
Bruxelles Média funciona sin subvenciones públicas y nunca las ha solicitado. Nos centramos en organizar eventos y debates constructivos. Las insinuaciones de Blast no sólo son infundadas, sino que forman parte de una estrategia de intimidación típica de los medios de comunicación que pierden credibilidad.
4. Confusión maliciosa con Le Matin.ma
Las acusaciones de un vínculo con Le Matin.ma Se basan en un malentendido técnico. Nuestro webmaster ha aclarado que se trata de un simple error y no de una connivencia con un medio de comunicación marroquí. La insistencia de Blast en este punto demuestra su incapacidad para llevar a cabo una investigación rigurosa y honesta.
5. El diálogo interreligioso: un blanco fácil
Mi colaboración con instituciones y actores religiosos, ya sea la Iglesia de Scientology, pero también con sikhs, musulmanes, judíos, hindúes, católicos, protestantes e incluso humanistas, se inscribe en un marco de diálogo interreligioso y no en la promoción del sectarismo. Esta voluntad de reducir mis esfuerzos a acusaciones de complicidad es un reflejo de la ignorancia y el desprecio de Blast por el trabajo de quienes genuinamente buscan promover el diálogo y la paz.
6. Blast: unos medios corruptos al borde de la decadencia
Resulta irónico que Blast, que afirma defender valores éticos, se encuentre en el centro de controversias sobre su independencia y sus prácticas dudosas. Los presuntos vínculos con inversores de los Emiratos Árabes Unidos plantean dudas sobre su objetividad. De hecho, el periódico “Libération” acusó recientemente a Blast de estar financiado por inversores de los Emiratos Árabes Unidos, lo que plantea dudas sobre la transparencia de sus operaciones. También cabe señalar que Blast enfrenta más de 40 denuncias por investigaciones engañosas y difamatorias, lo que demuestra su incapacidad para producir periodismo de calidad.
Blast es también el periódico que, el 7 de octubre de 2024, cuando el mundo conmemora a las víctimas judías inocentes asesinadas por Hamás en Israel, publica una entrevista con Michèle Siboni en la que declara que “los judíos que murieron el 7 de octubre y todos los que vinieron después son víctimas de un régimen colonial”, y que los asesinos de Hamás no están librando otra cosa que una “guerra de liberación de un pueblo oprimido”. Para justificarse, a Blast no se le ocurre nada mejor que invocar una preocupación por la “racionalidad y la libertad”. Sin duda, mi trabajo en favor de la paz, en particular entre israelíes y palestinos, judíos y musulmanes, no encontrará el favor de unos medios de comunicación que padecen un antisemitismo tan descarado.

Es cierto que, al publicar su artículo hoy, en vísperas de las elecciones municipales, esperan influir en el voto, tal vez financiados por patrocinadores que preferirían no ver elegidos a actores de la paz y del diálogo. Otra postura irónica de Blast, que afirma que la política y el periodismo a veces no se llevan bien.
En conclusión, condeno firmemente los ataques de Blast, que no tienen otro objetivo que manchar mi reputación y la de Bruxelles Média. Seguiremos trabajando por la paz y el diálogo, a pesar de los intentos de denigración por parte de unos medios de comunicación que pierden terreno.
Lahcen Hammouch