Un grupo de países de la Unión Europea está explorando maneras de impedir que el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, vete las sanciones contra Rusia, según fuentes diplomáticas. El plan implica transponer las sanciones de la UE a la legislación nacional, lo que socavaría la capacidad de Hungría para bloquear su renovación.
Actualmente, la UE exige el apoyo unánime de los 27 Estados miembros para renovar las sanciones cada seis meses. Sin embargo, ante las reiteradas amenazas de Hungría de ejercer su poder de veto, varios gobiernos de la UE están considerando la posibilidad de introducir sus propias sanciones nacionales contra Rusia. Esto les permitiría obviar la necesidad de un enfoque unificado de la UE y limitar el impacto de un posible veto húngaro.
Esta medida se considera una respuesta a la postura cada vez más aislada de Orbán respecto a Rusia, lo que ha suscitado preocupación entre los socios de la UE. Hungría se ha negado a adherir a las conclusiones de la UE sobre la guerra de Rusia contra Ucrania, y Orbán ha prometido bloquear las medidas contra el petróleo, el gas y la tecnología nuclear rusos.
Según fuentes, al menos media docena de capitales de la UE abogan por este enfoque, incluyendo países que anteriormente se han mostrado reacios a imponer restricciones fuera del marco de la UE, como Bélgica y la República Checa. Si bien no se espera que todos los gobiernos sigan el ejemplo, la participación de países clave podría reducir significativamente el impacto de un veto húngaro.
El plan aún se encuentra en sus etapas iniciales, y los diplomáticos reconocen que existen obstáculos legales y prácticos que superar. Algunos países podrían no contar con la legislación necesaria para introducir sanciones nacionales, y un enfoque dividido podría debilitar la eficacia general del régimen de sanciones.
Sin embargo, con la UE a punto de imponer su 17.ª ronda de sanciones contra Rusia, aumenta la presión para encontrar una solución al problema del veto húngaro. Como señaló un diplomático de la UE: «Todos debemos estar preparados para aceptar que es posible que las sanciones no se renueven. Debemos asegurarnos de que todo el régimen de sanciones sea resiliente».
Este avance se produce en medio de crecientes tensiones entre Hungría y sus socios de la UE, donde algunos piden medidas más contundentes contra los países que violan el Estado de derecho. Según informes, la coalición gobernante entrante de Alemania aboga por la eliminación del derecho al voto de los países que incumplen las normas de la UE, una medida que parece estar dirigida contra Hungría.
Si bien el plan de introducir sanciones nacionales se considera una solución pragmática, también plantea interrogantes sobre el futuro de la toma de decisiones de la UE y la posible fragmentación de la política exterior del bloque. Como advirtió el ministro de Asuntos Exteriores checo, Jan Lipavský: «Si no se tiene poder de veto en lo que respecta a los intereses fundamentales, no se trata solo de Hungría, sino de muchos otros Estados con intereses fundamentales; creo que Europa podría fácilmente verse mucho más debilitada».