Es un debate complicado e inquietante, con pocos iniciados preparados para dejar constancia. Y, como señala Grady, plantea cuestiones fundamentales. “¿El propósito de la industria es hacer que la gama más amplia de puntos de vista esté disponible para la mayor audiencia posible? ¿Es curar solo los libros más veraces, precisos y de alta calidad para el público?
“¿O es vender tantos libros como sea posible y tratar de mantenerse fuera del foco de atención mientras lo hace? ¿Debería un editor preocuparse por alguna parte de la vida de un autor además de su capacidad para escribir un libro? "
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Aquí en Australia aún no hemos sentido el impacto total de este movimiento. La presión para no publicar existe, pero tiende a provenir del exterior, como en el caso de Clive Hamilton Invasión silenciosa, una crítica de las operaciones de China en Australia que fue abandonada por tres editores por temor a una acción legal de Beijing, hasta que Hardie Grant la publicó en 2018. Y bueno para la compañía por hacerlo.
Por supuesto, los editores rechazan libros prospectivos todo el tiempo y no se espera que hagan públicos sus motivos. Pero no espere que este creciente debate desaparezca pronto. Creo en ventilar todo tipo de puntos de vista impresos, esté o no de acuerdo con ellos o los encuentre ofensivos. Sin embargo, en algún lugar, se trazan líneas. El problema es que, en la actualidad, nadie puede ponerse de acuerdo sobre dónde deberían estar esas líneas.