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Viernes, abril 19, 2024
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Mujer de 24 años, 2 meses “encerrada” en psiquiátrico contra su voluntad y sin diagnóstico psiquiátrico

En casos como este parece que donde deberían cuidarnos mejor, se cubren unos a otros a costa de la libertad de un indefenso.

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Juan Sánchez Gil
Juan Sánchez Gil
Juan Sánchez Gil - en The European Times Noticias - Sobre todo en las líneas de fondo. Informar sobre temas de ética corporativa, social y gubernamental en Europa e internacionalmente, con énfasis en los derechos fundamentales. También dando voz a los que no son escuchados por los medios generalistas.

En casos como este parece que donde deberían cuidarnos mejor, se cubren unos a otros a costa de la libertad de un indefenso.

Rocío Muñoz, la madre de Carla, cuenta EuropaHoy una historia que no te dejará impasible. Una joven de 24 años recluida contra su voluntad en el HUBU, concretamente en el pabellón de psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), lleva ya dos meses desde el 10 de junio y bajo tratamiento psiquiátrico cuando en realidad tiene una enfermedad física y ningún trastorno mental como lo confirma una y otra vez el HUBU a la familia.

En estos momentos, nos cuenta Rocío, Carla está bajo medicación psiquiátrica sin motivo lógico. “El verdadero diagnóstico es avanzado La enfermedad de Lyme, transmitida por la picadura de una garrapata, según pruebas diagnósticas realizadas por médicos fuera del hospital.

Los síntomas de esta enfermedad son muy variados: desde digestivos, vasculares, neurológicos, endocrinos hasta síntomas similares a la fibromialgia, así como una caída del sistema inmunológico. El tipo de test necesario para detectar esta enfermedad no lo realiza la Seguridad Social por su alta tasa de falsos negativos, por lo que es necesario acudir a laboratorios externos donde se realizan pruebas como elispot, phagos test, Galaxy nanotrap antigen test y Paldispot, entre otros, se llevan a cabo.

Como se ha documentado, Carla, aquejada de esta enfermedad infecciosa y multisistémica, acude al servicio de salud con múltiples síntomas orgánicos: pérdida de peso involuntaria, dolor muscular y articular, úlceras vasculares, edema en miembros inferiores, livedo reticularis, fracturas vertebrales, estrechamiento de la arteria mesentérica en la unión con el tronco celíaco e infecciones recurrentes por su inmunosupresión.

Este servicio, al no encontrar el motivo de las dolencias orgánicas detectadas y viendo el progresivo e imparable deterioro físico que sufre, decidió, de manera incomprensible para todos los profesionales sanitarios a los que preguntamos, trasladarla al pabellón psiquiátrico con la excusa de que se encontraba internada. un lugar más aséptico.

No parece lógico ignorar el uso de la UCI donde el seguimiento y tratamiento de su enfermedad podría ser adecuado.

En cambio, la trasladan a psiquiatría, le quitan las vías intravenosas (Carla también es diabética), la aíslan del mundo exterior, le impiden tener un teléfono, recibir las visitas necesarias y ni siquiera comunicarse libremente con sus seres queridos ( lo que viola todo lo que la ONU y la Organización Mundial de la Salud están impulsando en su programa “Calidad y Derechos”). Mientras tanto Carla ve a sus compañeras de ese piso interactuando entre ellas y con el mundo exterior, haciendo actividades con la terapeuta ocupacional, socializando e incluso pudiendo recibir llamadas telefónicas que le son negadas para no poder contactar a la prensa “ya que hay hay un proceso judicial abierto contra ese hospital”, obligada a estar sola las 24 horas del día mirando las cuatro paredes de su blanco y triste cuarto.

Además, en las últimas semanas, según ha informado Rocío a Europa Hoy, ha sido expropiada por el personal del hospital. Se le da un tratamiento innecesario con efectos secundarios contraproducentes y “que no solo no ayuda a mejorar las patologías físicas de Carla, sino que además puede causar daños irreversibles al impedirle recibir la atención médica adecuada o enmascarar síntomas importantes que deben ser tratados”. Todo ello sin el consentimiento de Carla y en total vulneración de los derechos de Carla como paciente, tal y como explica la Junta de Castilla y León en su web:

“Es el derecho a elegir libremente, previa información adecuada, entre las diferentes opciones para la aplicación de un procedimiento diagnóstico, pronóstico o terapéutico que me presente el profesional responsable, y a que no se realice ninguna acción que afecte mi salud sin mi consentimiento previo."

Y parece que no es que no se hayan presentado las pruebas médicas de la enfermedad de Carla, “es simplemente la negligencia o la incapacidad de aceptar errores o correcciones lo que impide que el equipo médico que atendió a Carla en medicina interna y ahora en psiquiatría, escuche ; escuchar a otros profesionales de la salud o las llamadas de ayuda de Carla y su familia”.

La dirección del HUBU, prosigue Rocío, está al corriente de las actuaciones judiciales y ordena a los médicos restringir todos los derechos de la joven y la autonomía de la paciente, mientras Carla languidece en la flor de su juventud, indefensa, sufriendo, desvaneciéndose.

¿Vínculos entre la dirección de HUBU y la Justicia en Brugos?

¿A quién le interesa que Carla siga ingresada en psiquiatría cuando lo que quiere es que la trasladen a otro hospital de su confianza para que reciba el tratamiento adecuado a sus patologías? se pregunta Rocío.

¿Qué intereses ocultos hay en este caso en el que otras personas están decidiendo por Carla sin dejarla participar en la toma de decisiones en relación a su salud, desconociendo por completo sus derechos humanos?

¿Cómo es posible que nos encontremos con una indefensión jurídica de tal magnitud en un Estado de derecho como España ¿supuestamente es? ¿Tiene algo que ver que la jueza que investiga el caso de Carla sea la hermana del Jefe de Neumología del HUBU?

¿Quién va a asumir la responsabilidad de esto si ocurre un desenlace fatal como el que se documenta a continuación?

Todas estas preguntas están constantemente en la mente de la madre y los familiares de Carla, quienes sienten la impotencia propia de una lucha de David y Goliat.

Lo que quiere Carla, dice su madre, es salir de la psiquiatría e ir a un hospital de confianza con profesionales que puedan y estén dispuestos a mirar su situación médico-física real sin prejuicios y que hagan todo lo posible por recuperar su salud.

Mientras se le niega el trato correcto y se violan flagrantemente sus derechos humanos, cuenta Rocío a Europa Hoy, Carla se deteriora física y emocionalmente de forma irreversible. No hace tanto tiempo que podíamos olvidar el fatal desenlace del caso de Andreas Fernández, quien falleció a los 26 años, físicamente enfermo y, al igual que Carla, se le negó el debido tratamiento e ingresó injustificadamente en psiquiatría.

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