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Martes, 14 de mayo de 2024
EuropaDiscurso del presidente Metsola en la Universidad de la Sorbona, París | Noticias

Discurso del presidente Metsola en la Universidad de la Sorbona, París | Noticias

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Redacción
Redacciónhttps://europeantimes.news
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Damas y caballeros,

En primer lugar, quiero decirles que es un placer y un honor estar con ustedes esta noche.

Antes de desarrollar mis comentarios, en francés, me gustaría contarles un secreto. Cada vez que hablo en el idioma de Molière, mis chicos me dicen 'Mamá, tu acento es horrible…'.

Entonces, como dijo Churchill en la Place Kleber de Estrasburgo en 1950, permítanme advertirles: “Cuidado, hablaré en francés”.

Pero tenga la seguridad de que la belleza de este lugar y la historia de la Sorbona no me han afectado hasta el punto de poder presumir de ser ese estadista británico y europeo.

Difieremos en varios puntos...

Sin embargo, al igual que en 1950, nos encontramos en una encrucijada y, a diferencia de lo que ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando prevaleció la esperanza de un futuro mejor, nos enfrentamos a múltiples peligros.

Por eso es un honor para mí poder compartir estas palabras aquí con ustedes.

Y antes de desarrollar mis reflexiones, permítanme agradecer a la Sorbona su acogida.

Y agradecer a la revista Gran Continente, que se ofreció a organizar este evento.

Damas y caballeros,

Vine esta tarde para hablar sobre el futuro. Para hablar de Europa. El papel de Europa en un mundo cada vez más peligroso e inestable. De la importancia de Europa para Francia. De la importancia de la voz de Europa en Oriente Medio, en África, en Ucrania, en Armenia.

También he venido a compartir mi profunda convicción de que juntos podemos construir una Europa fuerte, un líder mundial en la transición verde y digital. Una Europa que logre alejarse de sus dependencias para garantizar nuestra seguridad, autonomía y prosperidad. Una Europa que responda a los desafíos y dificultades cotidianas.

Por último, he venido a decirles que Europa no es infalible y que necesita evolucionar y reformarse para no volverse irrelevante.

Pero también quiero hablar contigo, saber qué esperas de su proveedor Europa. Estamos a menos de un año de las elecciones europeas y sé muy bien que debemos hacer más para convencer a la gente del valor añadido de nuestro proyecto colectivo.

No hay mejor lugar para liderar un debate de este tipo que aquí, en La Sorbona, un lugar de conocimiento y pensamiento.

Damas y caballeros,

El mundo enfrenta desafíos en múltiples frentes. Algunos de estos frentes están a las puertas de Europa, en nuestros vecinos del Este y del Sur.

La desesperada situación en Gaza arroja una sombra sobre toda la región. La respuesta a esta situación definirá el futuro de esta región y de Europa.

Nada puede excusar –o justificar– las violaciones, los secuestros, las torturas y los asesinatos de comunidades enteras, niños, mujeres, hombres y jóvenes. Estos horribles actos fueron perpetrados por una organización terrorista. Seamos claros sobre esto. Hamás no representa las aspiraciones legítimas del pueblo palestino. Los obstaculizan.

No se puede permitir que Hamás actúe con impunidad. Los rehenes secuestrados deben ser liberados.

La situación en Gaza es horrible. Es una crisis humanitaria. Por eso Europa ha pedido una pausa humanitaria, una reducción de las tensiones y el pleno respeto del derecho internacional humanitario.

Los civiles y las personas inocentes no deben tener que pagar por las despreciables acciones de Hamás.

Debemos poner fin al terrorismo, y debemos ser capaces de hacerlo garantizando la seguridad y la vida de los civiles, los niños y los periodistas y sin atacar infraestructuras civiles.

A Europa le importa cómo responde Israel.

Europa está dispuesta a comprometerse a largo plazo a trabajar por una paz duradera en Oriente Medio. Porque Europa ha aprendido a superar lo insuperable y ha sabido encontrar el camino hacia la paz. Francia lo sabe muy bien: ha sido uno de los principales actores de la reconciliación europea.

Apoyamos una solución justa y equitativa para las partes involucradas, basada en la coexistencia de dos Estados. Seguiremos impulsando esto hacia adelante.

La compleja situación en el Medio Oriente no puede distraernos de lo que de otra manera está ocurriendo en nuestro Frente Oriental.

En Europa, muchos pensaban que las relaciones económicas y comerciales con Moscú, incluida la importación de gas ruso, eran factores de estabilidad. Esto estuvo mal.

La verdad es que nada impidió que Rusia invadiera Ucrania de forma brutal, injustificada e ilegal. Y esta guerra que se libra en nuestro continente nos concierne a todos.

Nuestro apoyo a Ucrania no debe debilitarse en modo alguno. Al contrario de lo que piensa el Presidente Putin, no permitiremos que nos cansemos. Se trata tanto de la seguridad de Europa como de la seguridad de Ucrania.

En este contexto, Europa necesita responder a preguntas muy serias.

¿Son nuestras democracias lo suficientemente fuertes como para responder a amenazas totales?

¿Puede nuestra economía abierta y nuestro Estado de derecho resistir los ataques?

¿Debe la 'ley del más fuerte' regir las relaciones internacionales?

Éstas son cuestiones vitales para Europa. No tenemos más remedio que defender nuestra civilización con firmeza y valentía.

Debemos defender vigorosamente nuestros valores y nuestros modelos políticos de democracia liberal.

Esto es lo que ocurrió en Ucrania.

No hay alternativa. Quiero decir, hay uno... Pero sería un error moral y político abandonar Ucrania. Rusia no se detendría ante este impulso.

Todos aquí conocemos esta otra frase de Winston Churchill, nuevamente, en la época de los Acuerdos de Munich: “Se les dio a elegir entre la guerra y el deshonor. Elegisteis la deshonra y tendréis la guerra”.

Si hoy la Unión Europea ha decidido apoyar masivamente a Ucrania, quiere dos cosas: ¡honor y paz! Pero una paz real basada en la libertad y la independencia de Ucrania

Y mientras África, especialmente el África subsahariana, está sufriendo una ola de desestabilización y depredación sin precedentes, es urgente salir de nuestra postura, en el mejor de los casos ingenua, en realidad condescendiente con este gran continente.

Comparto su convicción, queridos Gilles y Matheo, de que para tener éxito en su transición geopolítica, Europa debe salir de algunos malos hábitos. Debemos acabar con una especie de arrogancia hacia África.

Necesitamos pensar en la escala continental.

Pensar a escala continental significa permitir que Europa pueda hablar en pie de igualdad con los grandes continentes.

Para hacerlo, necesitamos invertir en nuestra relación con los países latinoamericanos. También debemos dar un nuevo impulso a nuestra histórica asociación transatlántica.

Lo repito sin ingenuidad, aprovechando nuestras fortalezas, asumiendo nuestros intereses y defendiendo nuestros valores, todos los cuales son componentes esenciales de nuestro modelo europeo.

Queridos amigos,

Europa también enfrenta desafíos dentro de sus fronteras.

La gente lucha por pagar sus cuentas. La urgencia del calentamiento global y la transición digital están afectando a nuestras economías y empleos. Las cuestiones migratorias también son motivo de preocupación.

Ante esto, los europeos necesitan respuestas. Frente a esto, debemos garantizar su seguridad: seguridad física, seguridad económica, seguridad social y ambiental.

Con este fin, es hora de que Europa asuma una responsabilidad renovada. Dejemos que Europa se convierta en un proyecto de poder e independencia.

El futuro de Europa estará definido por nuestra capacidad de seguir siendo soberanos y competitivos. Por nuestra capacidad para convertirnos en líderes de la transición digital y climática. Alejarnos de nuestras dependencias energéticas y poner fin al dominio de las grandes empresas digitales.

Por eso nos preparamos para el futuro comprometiéndonos a lograr la neutralidad de carbono de aquí a 2050. El Pacto Verde Europeo se refiere tanto a nuestra seguridad energética y al fortalecimiento de nuestra competitividad como a la transición medioambiental y climática.

Sin embargo, debemos asegurarnos de que nadie se quede atrás en esta transición. Necesitamos asegurarnos de que nuestras industrias, empresas y ciudadanos más pequeños tengan las redes de seguridad necesarias.

También debemos explicar mejor por qué esta transición es necesaria para impulsar el crecimiento económico sostenible, crear nuevos empleos y liderar la revolución industrial del mañana.

Ninguna de nuestras políticas funcionará sin aceptabilidad social y si las medidas implementadas no son realistas ni pragmáticas.

Lo digital también es un desafío que todavía tenemos por delante.

Con leyes sobre mercados y servicios digitales y sobre inteligencia artificial, Europa ya ha tomado la iniciativa en el establecimiento de estándares que pretenden volverse globales. Este poder normativo es la garantía de nuestra independencia.

La migración también preocupa a los europeos.

Con demasiada frecuencia hemos visto disputas entre gobiernos nacionales por la recepción de barcos de fortuna en el Mediterráneo.

Ningún Estado miembro debe quedar solo para asumir una responsabilidad desproporcionada. Todos los Estados miembros deben estar unidos cuando se enfrenten a los desafíos migratorios.

No podemos dejar esta cuestión en manos de fuerzas populistas que se alegran de nuestras ineficiencias, sin ofrecer soluciones realistas a un problema complejo.

También entre los europeos estamos trabajando en un marco legal que sea justo con quienes necesitan protección. Un marco legal que será firme con quienes no pueden solicitar asilo. Por último, un marco legal que será duro con los contrabandistas que se lucran con la pobreza de los más vulnerables.

Se lo debemos a nuestros conciudadanos, también se lo debemos a quienes arriesgan sus vidas en el camino de la migración. Porque detrás de las figuras siempre hay vidas humanas, a veces historias trágicas y esperanza de una vida mejor.

Después de una década de esfuerzos, finalmente estamos listos para salir del estancamiento.

Damas y caballeros,

Otro desafío que me gustaría abordar es el de la guerra de información, o mejor dicho, la desinformación.

Desinformación, que ha afectado a nuestras democracias y sociedades liberales desde principios de la década de 2000 con el desarrollo de Internet y las redes sociales.

La desinformación es tan antigua como el mundo. Las herramientas tecnológicas de la inteligencia artificial, las redes sociales, le dan un alcance sin precedentes.

Y es un peligro absoluto.

Este peligro es tanto mayor cuanto que se ve amplificado por Estados como Rusia e Irán, que no son más que modelos de virtud democrática y se dedican a soplar las brasas de la polarización de nuestros escenarios políticos.

El objetivo es el mismo: denigrar las democracias. El método es constante: sembrar dudas.

Más que nunca debemos tomar las medidas necesarias y armarnos para luchar contra esta ofensiva.

Sí, el mundo es cada vez más peligroso. Sí, Europa enfrenta grandes desafíos.

Pero tenemos que aguantar. Aguantad para construir y defender la paz y la libertad. No tenemos derecho a olvidar lo que somos y lo que queremos. Para nosotros, para nuestros hijos y para Europa.

Formo parte de una generación que era un niño cuando cayó el Muro de Berlín, cuando un pueblo apareció en la Plaza de Tiananmen... Una generación que recordó el colapso de la Unión Soviética y la alegría desenfrenada de millones de europeos finalmente libres para elegir su destino. Vivimos esta victoria.

Pero con el tiempo nos hemos vuelto demasiado seguros del carácter sólido y obvio de esta libertad. Los movimientos extremos están a las puertas del poder y allí en Europa. O incluso participar en ello.

Y es por eso que debemos repensar y reformar seriamente Europa. La historia de la integración europea nos ha demostrado que es a través de las crisis como asumimos la responsabilidad, como Europa avanza, se transforma, evoluciona y se fortalece.

Y aunque pueda parecer distante, y a veces preocupante, para muchos de nuestros ciudadanos, debemos abordar la cuestión de la ampliación en su conjunto.

El mundo no nos está esperando. Si nos atrevemos a cambiar, nuestro proyecto colectivo se estancará y perderá su relevancia. Debemos adaptarnos a la nueva realidad geopolítica que ya he mencionado. Si no respondemos al llamado de nuestros vecinos, otros actores geopolíticos lo harán y llenarán el vacío en nuestras fronteras.

Teníamos los mismos temores antes de la ampliación de 2004. Sin embargo, la historia nos ha demostrado que una Unión Europea ampliada, basada en objetivos claros, sirve para defender la paz, la seguridad, la estabilidad y la prosperidad de Europa en el escenario internacional.

Todos los Estados miembros y los europeos ganan.

Por eso luchamos para que a Ucrania y Moldavia se les concediera el estatus de candidatos a la UE. Por eso creemos que las negociaciones con los Balcanes Occidentales deben avanzar.

Porque la esperanza de adhesión les da a estos países una perspectiva europea y les da un impulso para impulsar reformas democráticas.

Sin embargo, esa perspectiva no puede realizarse sin reformas institucionales de nuestro proyecto político. Una Unión de treinta, treinta y tres o treinta y cinco no podrá funcionar con las mismas reglas que una de veintisiete.

Reformar nuestra estructura y procedimientos institucionales y reformar nuestro presupuesto europeo son claves. La adaptación de nuestras políticas estructurales tiene como objetivo no solo igualar a los países candidatos mucho antes de su adhesión, sino también permitir que la Unión los integre.

Este es uno de los principales desafíos que tenemos por delante.

A pesar de lo que acabo de decir, soy optimista por naturaleza. Estoy convencido de que si logramos establecer una Unión ampliada, ambiciosa, unida y coherente; una Unión eficaz que no deje a nadie atrás y responda a las preocupaciones concretas de nuestros conciudadanos y al mismo tiempo mantenga su lugar en el mundo, entonces será nuestra mejor respuesta al populismo y al extremismo.

Damas y caballeros,

En vísperas de las elecciones europeas de junio, es más importante que nunca reflexionar juntos sobre el papel que desempeña Europa, y especialmente sobre el papel que queremos darle...

Soy el Presidente más joven de la historia del Parlamento Europeo. Soy apenas la tercera mujer en este puesto, después de Simone Veil y Nicole Fontaine. Y si puedo estar aquí frente a ustedes es gracias a las batallas que libraron estas dos admirables mujeres.

Entiendo mi responsabilidad hacia ellas, hacia todas las mujeres que vendrán después de mí, hacia nuestro proyecto europeo.

Y por eso, en este momento crítico de nuestra historia, quiero pedir a todos los franceses y a todos los franceses que se comprometan.

Si crees que el rumbo que está tomando nuestro proyecto conjunto no es el correcto o, por el contrario, quieres que se profundice, ¡comprometete! Es tu responsabilidad cambiarlo.

No esperes a que otra persona lo haga por ti. Así que vaya a votar, encuentre su voz, encuentre una causa y luche por ella.

Cree en Europa. Europa merece ser defendida y todos tenemos un papel que desempeñar en ello.

Una última palabra, queridos amigos,

Sé cuánto les gusta a los franceses citar a hombres ilustres de su pasado. Entonces, ¿cómo puedo concluir mi discurso sin mencionar a quien dio nombre a este hermoso anfiteatro y que descansa no lejos de aquí?

El cardenal Richelieu dijo una vez: “Tenemos que escuchar mucho y hablar poco para hacerlo bien…”.

Puede que haya hablado demasiado, pero ahora estoy dispuesto a escuchar.

 Gracias por su atención.

"Traducción de cortesía – versión original en francés disponible esta página".

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