Por Nathan Morley
Además de hacer frente a las consecuencias de una brutal guerra civil de nueve años, que ha dejado gran parte del país en ruinas, los sirios ahora se enfrentan al flagelo de la COVID-19, que ahora prolifera en los campos de refugiados.
Según los médicos, el número de casos positivos de Covid-19 se multiplicó por diez en la región de Idlib el mes pasado.
Los médicos del país están lidiando con una grave escasez de medicamentos e incluso las camas de hospital son escasas.
Según las agencias de ayuda, la falta de pruebas ayudará a que la tasa de infección se dispare en los próximos meses.
En un esfuerzo por ayudar a aliviar la situación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) envió esta semana 8.8 toneladas de material médico y de protección a Siria para ayudar en la batalla contra la pandemia.
El envío incluía equipos de protección personal para los trabajadores de la salud, así como medicamentos y herramientas médicas.
El mes pasado, Siria Relief se vio obligada a declarar oficialmente la situación de COVID-19 en el país como una “emergencia”.
La ONG pidió apoyo urgente de la comunidad internacional y donaciones del público en general para ayudar a combatir la crisis en espiral.