Por Stefan J. Bos
Los líderes de Hungría y Polonia están furiosos por los esfuerzos de la Unión Europea para vincular la asignación de fondos al respeto del estado de derecho. Los críticos de la UE han señalado a ambos países por sus esfuerzos percibidos para limitar la independencia de los medios y el poder judicial y su supuesto pisoteo de los derechos humanos.
La disputa ha visto a Polonia y Hungría bloquear 1.8 billones de euros (más de 2.1 billones de dólares) en fondos de la UE. Eso incluye cientos de miles de millones en alivio de coronavirus que se desembolsarán a quienes más sufren bajo el peso de la pandemia.
Escuchado a través de un intérprete en Budapest, el primer ministro húngaro Viktor Orbán defendió su decisión de vetar el nuevo presupuesto de la UE. “Vamos a unificar nuestros argumentos y unir fuerzas en este debate”, dijo a los periodistas. “Hungría no aceptará tal propuesta, que es inaceptable para Polonia. Lo que está sobre la mesa bajo el nombre de estado de derecho no es el estado de derecho sino el estado de la mayoría”, agregó.
Orbán dijo que su nación debatió muchos temas con otros estados miembros de la UE, “sobre migración, soberanía nacional y género”. Por lo tanto, “no puedo poner a Hungría en riesgo de ser restringida por una mayoría simple en temas que los húngaros no pueden aceptar”, enfatizó.
De pie junto a él estaba el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki, quien comparte las preocupaciones de Hungría. “Estamos frente a un nuevo desafío, frente a un mecanismo totalmente nuevo”, explicó el líder polaco. “Debido a su implementación política, que está motivada por decisiones políticas, e incluso podría conducir a la desintegración de la UE”.
En desacuerdo con Merkel
El viernes, el primer ministro polaco también confirmó a la canciller alemana, Angela Merkel, que Polonia estaba lista para vetar la nueva financiación de la Unión Europea.
En un comunicado en las redes sociales, dijo que es necesario un veto ya que Bruselas debe primero encontrar una solución que, en sus palabras, “sea buena para la UE en su conjunto, no solo para algunos de sus miembros”.
Hungría y Polonia alguna vez fueron vistos como un ejemplo de cambios democráticos tras el colapso del comunismo. Pero en los últimos años, han sido criticados por tendencias autocráticas percibidas y políticas antimigratorias.
Ambos gobiernos han negado haber actuado mal diciendo que la UE no debe convertirse en un imperio sino respetar la voluntad soberana de los estados-nación.
