La okupación es un problema grave que cada vez cobra más fuerza e involucra cada vez a más actores políticos y sociales, convirtiéndose en un espacio cotidiano en los medios de comunicación, provocando tensión e indignación en toda la ciudadanía. A los que los admiten y, en algunos casos, los ascienden, les digo que “Serio es solo una okupación”.
Ante un delito tácito, no existen medidas efectivas para abordar el problema, al contrario, los ocupantes ilegales parecen quedar impunes y son cada vez más desafiantes ante la Ley y la Sociedad, pues encuentran frecuentemente que esta conducta antisocial e ilícita queda impune. La ley hoy deja a los propietarios desprotegidos y a las Fuerzas de Seguridad del Estado sin cobertura legal para proteger la propiedad privada. Las medidas adoptadas en los últimos años para paliar esta situación han sido manifiestamente ineficaces, por lo que deben buscarse alternativas para que los propietarios no sean despojados de sus bienes con impunidad.
“El derecho a la propiedad es un derecho constitucionalmente reconocido” y consagrado en la Declaración de Derechos humanos. Todos tenemos derecho a disfrutar de nuestra propiedad y nadie puede impedir que lo hagamos, excepto por medio de la ley. La ocupación ilegal debe tipificarse penalmente como “robo permanente” y otorgaría a la Fuerza Pública la facultad de expulsar automáticamente a los ocupantes ilegales sin necesidad de orden judicial, pero poniéndolos a disposición de un juez una vez expulsados de la propiedad ocupada, con prisión. sentencia y suspensión automática de todas las prestaciones sociales recibidas y si hay menores de edad que pasen su protección a los servicios sociales.
Por otro lado, el ocupante ilegal es un delincuente y no puede utilizar el principio de inviolabilidad del hogar como su derecho a permanecer en la propiedad ocupada. Desde el momento en que se encuentra fuera de la ley, el ocupante no puede usarla como le plazca alegando que la vivienda es un derecho fundamental; este argumento no puede ser utilizado en ilegalidad, como ha declarado la Corte Constitucional. En un estado gobernado por el imperio de la ley, el derecho de quien lo viola y abusa no puede prevalecer.
Cuando se detecta y denuncia un okupación, la policía debe proceder de inmediato a desalojarlos, para lo cual la ley debe dejar claro que un okupa no adquiere el derecho a estar en la vivienda okupada en ningún momento, por lo que debe ser urgente. tipificado como delito de “hurto permanente” si en algún momento han logrado registrarse, en ocasiones favorecido por la propia administración, ya sea registrándolos en las utilidades, etc. Una vez conocida y denunciada la okupación, estos beneficios se eliminan automáticamente para habiéndolos adquirido por fraude de la Ley, donde los policías están legitimados para desalojar a los amigos ajenos sin necesidad de orden judicial.
Se necesita urgentemente una reforma legislativa que tipifique la okupación de una casa, sea quien sea, como un robo permanente y para acelerar el desalojo por parte de las Fuerzas de Seguridad en cuanto tengan conocimiento del inmueble okupado. Definir la okupación como robo, dada la magnitud de la propiedad robada, debe ser sancionada con prisión, es necesario asegurar el cumplimiento de las penas, en cambio, el delincuente perderá ayudas y subsidios oficiales y no podrá aspirar a el beneficio de la vivienda oficial. Si premiamos el delito de okupación con viviendas protegidas, cometemos una tremenda injusticia con las personas que utilizan la vía legal para aspirar a ayudas y beneficios oficiales. El ocupante ilegal debe tener claro que esto no es una solución ni un atajo para conseguir vivienda, el camino del crimen solo lo llevará a la cárcel.
A una okupación se suma un problema social: deterioro de la convivencia vecinal, tensión e inseguridad, hay que afrontarlo, porque cada día vemos más reacciones violentas en los barrios y vecinos que intentan tomar la justicia por sus propias manos, lo que lleva a una notable inseguridad y degradación de la calidad de vida de una comunidad, por otro lado, las leyes de garantía sobre el robo de propiedad van en contra de la convivencia y la justicia social.
“Un delito sin castigo y pena sería permitirlo y tolerarlo” y representaría una gran ofensa a la convivencia. Un gobierno que permite la injusticia es un gobierno dañino y peligroso para la sociedad.