Por supuesto, todos los padres son conscientes de que gritar no es el enfoque pedagógico correcto. Pero a menudo levantamos la voz de todos modos. ¿Es esto realmente tan dañino? Tanto los psicólogos como los pediatras están de acuerdo: "Sí": gritar no ayuda y el daño es mucho:
1. Gritar asusta a los niños
Imagina un gigante con una voz fuerte y malvada que te grita. ¿Tienes miedo? El niño también. Sobre todo si tienes que defenderte de este monstruo, y es mamá o papá, quienes deben ser protección y apoyo.
2. Gritar es perjudicial para la salud
Las primeras en la lista de consecuencias son el estrés y la neurosis. Luego están los problemas de peso: al igual que los adultos, los niños también suelen comer dulces porque están tristes. El sistema inmunitario también sufre estrés: los niños se enferman con más frecuencia. Además, en niños y adolescentes afecta el carácter, en estudiantes reduce su rendimiento y concentración.
3. Socava la confianza
Puedes amar a alguien que regularmente te insulta, insulta o asusta. Los niños son capaces de perdonarnos muchas cosas. Pero confiar y revelar – difícilmente. Es solo que el miedo es difícil de conciliar con conversaciones íntimas. Por eso es difícil confiar en alguien que puede levantar la voz y gritarte en cualquier momento. Y cada vez que tengas miedo de contar tu secreto, acabas de gritar. Por eso los niños cada vez comparten menos con sus padres y resuelven sus problemas por sí mismos.
4. Crea malos hábitos
Los niños que están acostumbrados a que se les hable en voz alta, en realidad no escuchan con voz tranquila y no caen en la contemplación tranquila. ¿Es su culpa si están acostumbrados a tal forma de comunicación? Además, los niños a menudo consideran que ese comportamiento es normal y toleran con paciencia la mala educación de amigos y otras personas.
5. Gritar da mal ejemplo
“¡Mi hijo es grosero con los demás y no escucha! ¡Mi hija me responde! No puedes hablar con ellos con calma, ¡no tienen respeto!” Sí, los adultos suelen quejarse de la mala educación de los adolescentes. Y con la misma frecuencia no se dan cuenta de que en realidad están imitando a los grandes.
¿Qué hacer si estás a punto de explotar? Trate de encontrar otro desahogo para su ira y enséñeselo también al niño. Decir que estás enojado u ofendido es más correcto, aunque más complicado, que solo gritar.