Por Ángela Mengis Palleck
Tenía solo 15 años cuando murió en un hospital de Monza, Italia, en 2006, ofreciendo todos sus sufrimientos por la Iglesia y por el Papa.
Carlo Acutis, será beatificado el sábado en Asís. Era un chico normal, guapo y popular. Un bromista natural que disfrutaba haciendo reír a sus compañeros y profesores.
Le encantaba jugar al fútbol, los videojuegos y era goloso. Carlo no podía decir “no” a la Nutella o al helado. Subir de peso le hizo comprender la necesidad de autocontrol. Fue una de las muchas luchas que Carlo tuvo que superar: aprender a dominar el arte del autocontrol, dominar la virtud de la templanza, comenzando por las cosas simples. Solía decir: "¿De qué sirve ganar 1,000 batallas si no puedes vencer tus propias pasiones?"
“Siendo originales y no fotocopias”
El lema de Carlo refleja la vida de un adolescente normal que se esforzó por ser la mejor versión de sí mismo, viviendo lo ordinario de una manera extraordinaria. Usó sus primeros ahorros para comprar un saco de dormir para un vagabundo que veía a menudo de camino a misa. Podría haberse comprado otro videojuego para su colección de consolas de juegos. Le encantaba jugar videojuegos. En cambio, eligió ser generoso. Este no fue un caso aislado. Su funeral estuvo repleto de muchos de los residentes pobres de la ciudad a los que Carlo había ayudado, demostrando que la generosidad que había brindado al hombre sin hogar en su camino a Misa también se había ofrecido a muchas otras personas.
Cuando le regalaron un diario, decidió usarlo para seguir su progreso: "buenas notas" si se portaba bien y "malas notas" si no cumplía con sus expectativas. Así siguió su progreso. En ese mismo cuaderno anotó: “La tristeza es mirarse a uno mismo, la alegría es mirar a Dios. La conversión no es más que un movimiento de los ojos”.
bromista natural
Era un “bromista nato”, como comentó una vez su madre, Antonia Salzano, en una entrevista. Sus compañeros de clase estallarían en carcajadas ante sus comentarios, al igual que los profesores. Como se dio cuenta de que podía molestar y perturbar a los demás, hizo un esfuerzo por cambiar también en ese aspecto. Hacer la vida agradable a los que le rodean a través de pequeños actos fue una constante en su vida. No le gustaba que el personal de limpieza lo recogiera, incluso si les pagaban por eso. Así que puso el despertador unos minutos antes para ordenar su habitación y hacer la cama. Raejsh, un hindú que limpiaba la casa de Carlo, quedó impresionado de que alguien “tan guapo, joven y rico” decidiera vivir una vida sencilla. “Me cautivó con su profunda fe, caridad y pureza”, remarcó. A través del ejemplo de Carlo, Raejsh decidió ser bautizado en la Iglesia Católica.
HoReCa
La pureza fue muy importante en la vida de Carlo. “Cada persona refleja la luz de Dios”, era algo que solía decir. Le dolía cuando sus compañeros de clase no vivían según la moral cristiana. Los alentaría a hacerlo, tratando de ayudarlos a comprender que el cuerpo humano es un don de Dios y que la sexualidad debe vivirse como Dios la ha querido. “Era tanta la dignidad de cada ser humano, que Carlo veía la sexualidad como algo muy especial, como una colaboración con la creación de Dios”, recordó su madre.
Nuestro nuevo Beato también disfrutó poniéndose sus gafas de buceo y jugando a “recoger basura del fondo del mar”. Cuando sacaba a pasear a los perros, siempre recogía la basura que encontraba. Era su manera de mejorar su rincón del mundo.
Pasión por la Eucaristía
La verdadera pasión de Carlo era la Eucaristía: “su camino al cielo”. Esto llevó a la conversión de su madre. Una mujer que sólo había ido “tres veces a misa en su vida” fue finalmente conquistada por el cariño del muchacho hacia Jesús. Se inscribió en un curso de teología para poder responder a todas las preguntas de su hijo pequeño.
A la edad de 11 años, Carlo comenzó a investigar los milagros eucarísticos que han ocurrido en la historia. Usó todos sus conocimientos y talentos informáticos para crear un sitio web que trazó esa historia. Se compone de 160 paneles que se pueden descargar pinchando aquí y que además han recorrido más de 10,000 parroquias en el mundo.
Carlo no podía entender por qué los estadios estaban llenos de gente y las iglesias vacías. Repetidamente decía: “Tienen que ver, tienen que entender”.
Muerte temprana
En el verano de 2006, Carlo le preguntó a su madre: “¿Crees que debería ser sacerdote?” Ella respondió: “Tú mismo lo verás, Dios te lo revelará”. Al comienzo de ese año escolar no se sentía bien. Parecía una gripe normal. Pero cuando no mejoró, sus padres lo llevaron al hospital. “No voy a salir de aquí”, dijo cuando entró al edificio.
Poco después, le diagnosticaron uno de los peores tipos de leucemia: la leucemia mieloide aguda (AML o M3). Su reacción fue impactante:
“Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que sufrir por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directamente al cielo”.
Murió poco después.
“Está siendo un sacerdote del cielo”, dice su madre.
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