El derecho nacional e internacional moderno eleva esta libertad primordial al rango de libertad fundamental. La libertad de conciencia y religión es esencial para el desarrollo espiritual, personal o social. Toda asociación religiosa —tradicional o nueva, mayoritaria o minoritaria, institucional o alternativa— tiene derecho a esta libertad, así como la obligación de respetarla.
Libertad de conciencia y religión da a todos el derecho a creer, a no creer y a cambiar su fe, así como a expresarla, a practicar sus propias creencias personales. Otorga a todo ser humano el derecho a orientar su comportamiento y a llevar una forma de vida que corresponda a sus creencias religiosas en un sentido amplio, es decir. toda forma de relación del hombre con lo divino, respectivamente lo trascendente. Esta libertad, para expresarse colectivamente, contiene el derecho de asociarse de acuerdo con las leyes de cada país.
La libertad de cada uno encuentra sus límites en la libertad del otro, una sociedad religiosa pluralista debe garantizar la paz religiosa. Encontrar ese modus vivendi (forma de comportarse) que aplique justicia, elimine la discriminación e imponga una alta responsabilidad a los actores sociales en la vida: autoridades públicas, sociedad civil, comunidades religiosas, así como a los pertenecientes al patrimonio cultural e histórico, así como como tradiciones religiosas de origen más reciente y nuevos movimientos religiosos.
En un espíritu de tolerancia, la sociedad acepta la diferencia y la diversidad religiosa. Toda comunidad religiosa, tradicional o de reciente creación, tiene derecho a que sus ideas e iniciativas se presenten con honestidad y sin distorsiones, estigmatizaciones ni difamaciones. Y si un grupo religioso revela su vida y actividades religiosas, sociales y financieras, entonces otros actores públicos deben limitar la incriminación del mismo con generalizaciones ofensivas o alusiones negativas.
El camino del diálogo interreligioso es el adecuado para superar todos los temores entre el individuo establecido por las comunidades religiosas de la historia y las que han aparecido recientemente en el escenario religioso. Conducido en el respeto por las creencias del otro y por la lealtad a las propias creencias religiosas, tal diálogo no excluye la crítica mutua; allana el camino para una coexistencia pacífica, brindando las condiciones apropiadas para encontrar soluciones a las tensiones y contradicciones inherentes a la diferencia religiosa.
Las antiguas tradiciones de tolerancia religiosa y diálogo interreligioso en cooperación utilizan palancas espirituales modernas a través de:
a) creación de condiciones favorables para la participación activa en la vida cultural y realización de iniciativas cultural-educativas;
b) mejorar las capacidades organizativas, la eficiencia y la sostenibilidad de los centros ortodoxos, el desarrollo del turismo cultural y religioso y las buenas prácticas económicas;
(c) sensibilizar y atraer el interés público para lograr un orden civil no violento, campañas de cabildeo y promoción en el campo de la tolerancia religiosa y el diálogo interreligioso de conformidad con el derecho internacional humanitario y derechos humanos instrumentos.
Pueden lograr estos objetivos por los siguientes medios:
(a) movilización de recursos públicos y privados para la implementación de campañas benéficas, establecimiento de becas y premios específicos;
b) preparación y gestión de proyectos para financiación bajo programas nacionales y europeos y otros donantes;
(c) difundir información y promover buenas prácticas;
d) participación en eventos científicos, foros de discusión, investigación y materiales analíticos;
e) la cooperación y actividad conjunta con organizaciones e instituciones académicas, no gubernamentales, estatales.
Personas de diferentes nacionalidades y religiones pueden vivir en paz. Primero se alcanza una comprensión puramente humana, luego se resuelven los problemas. Así es como trabaja el cristiano. En la comprensión y simpatía entre personas de diferentes nacionalidades y comunidades religiosas siempre hay algún elemento divino, una sensación de paz que viene de lo alto. Cualquier diálogo entre personas de diferentes religiones podría desarrollarse sobre una buena base: los requisitos similares de integridad y corrección que encontramos en las diferentes religiones. Esto crearía confianza y tolerancia. Y en el corazón del budismo hay buenas normas de comportamiento humano: abstinencia de malos deseos y violencia, no mentir, jurar y chismear. La religión judía prohíbe el asesinato, el adulterio, el robo y la mentira; en el ámbito de la moralidad, el judaísmo y el cristianismo obtienen de un solo tesoro: el Antiguo Testamento. Según el Islam, todos deben hacer el bien, ser honestos, alabar el amor a la verdad, la necesidad de unidad entre las personas, el perdón mutuo y la limosna. Dios no desea el mal para las personas que llamamos no cristianas, y son muy queridas para él: cuando hacen el bien, prueba que Dios guía su conciencia. Por tanto, nuestro deber es este: no luchar con nadie, orar tanto por los amigos como por los enemigos, para que no permanezcamos ciegos ante la belleza del alma ajena.