Por redactor de Vatican News
El presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado a tiros por hombres armados no identificados en su residencia privada durante la noche en un ataque que también dejó a su esposa gravemente herida.
Una declaración del primer ministro interino del país, Claude Joseph, calificó el asesinato como un "acto odioso, inhumano y bárbaro".
Dijo que, según los informes, un "grupo de comando armado" atacó la residencia de Moïse alrededor de la una en punto durante la noche del martes 6.th al miércoles 7th Julio e hirió de muerte al jefe de Estado.
La primera dama, Martine Moïse, que también resultó herida en el ataque, ha sido hospitalizada. Su condición no está clara de inmediato.
Para tranquilizar a los haitianos, Joseph insistió en que "la situación de seguridad del país está bajo el control de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas de Haití". Además, se comprometió a defender la democracia y la república.
Trágica noticia
En declaraciones a Vatican News, el obispo Alfonse Quesnel de Fort-Liberté en Haití expresó su conmoción por la trágica noticia.
“No podíamos haber esperado esto”, dijo. “Si bien es cierto que había mucha tensión en torno al presidente, no podríamos haber pensado que llegaría a este punto”.
Dijo que el presidente acababa de nombrar a un nuevo primer ministro que ni siquiera podría asumir el cargo, y expresó su preocupación de que el país se encuentra en "una situación caótica".
El obispo Quesnel, sin embargo, señaló que la situación es relativamente de tiempo por el momento, aunque no podemos decir cuáles serán las reacciones de la gente.
“No podemos decir que la situación esté bajo control”, dijo.
Haití
Haití, el país más pobre de América, ya se encontraba en una situación política precaria antes del asesinato. Es probable que el asesinato sumerja a la empobrecida nación caribeña en una mayor agitación después de años marcados por disturbios políticos y violencia.
En los últimos tiempos, la situación se ha vuelto aún más inestable y la gente ha expresado cada vez más su desacuerdo con Moïse, con períodos intermitentes de protestas y un aumento de la violencia.
Moïse, de 53 años, gobernó por decreto durante más de un año después de que el país no pudiera celebrar elecciones legislativas. La oposición exigió su renuncia en los últimos meses alegando que debería haber dimitido en febrero.
Los obispos católicos del país llevan meses denunciando la inestabilidad y la inseguridad en la nación.