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Martes, abril 30, 2024
ReligiónTIEMPOS DE AUMENTO Y DECLARACIÓN DE RELIGIÓN Y MORALIDAD (1)

TIEMPOS DE AUMENTO Y DECLARACIÓN DE RELIGIÓN Y MORALIDAD (1)

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En el primer volumen de la revista Strannik en 1901 apareció un extenso artículo de B. Titlinov dedicado al declive de la religión y la moral, un fenómeno que observamos hoy: el comienzo del siglo XXI del tercer milenio.

En el curso de la vida histórica de la humanidad no es difícil observar períodos en los que el pulso de la vida parece comenzar a latir más fuerte, en todas las partes de la actividad humana. Comienza el avivamiento, aumenta la energía, aumenta la productividad, todo el cuerpo humano despierta y la humanidad da pasos rápidos en el camino del progreso. Por otro lado, con estas épocas luminosas nos encontramos con otras épocas que, como rayas oscuras, se destacan sobre el trasfondo de la historia. Estos son los períodos de decadencia, estancamiento y oscuridad. No hay nombres gloriosos en ellos, ni grandes eventos, ni obras de arte inmortales y criaturas de pensamiento creativo, ni resplandor de genio o al menos débiles reflejos de talento. La gente parece haber agotado sus fuerzas, agotado sus tesoros espirituales y, exhaustos y cansados, hundidos en la apatía.

La historia de la conciencia religiosa de la humanidad nos muestra el mismo cuadro. En él vemos períodos de declive y períodos de ascenso. Y aquí esta alternancia de disminución y aumento es claramente evidente, así como en el curso general de la vida de la raza humana. En ciertos momentos de la historia, el sentimiento religioso se debilita y se desvanece, los altares no ven sacerdotes, los templos están desiertos, la religión pierde su protagonismo en la vida, y las personas siguen su propio camino, como si no necesitaran el cielo y es como si lo he olvidado. Toda su atención se concentra entonces en la realidad material inmediata; y por lo general en el campo de la cultura externa en tales períodos la humanidad logra éxitos notables. Junto con estos éxitos, hubo un aumento en la actividad mental, el desarrollo de la ciencia y el pensamiento filosófico. Estos rápidos éxitos juegan un papel importante en el declive de la religión que ha caracterizado a esos siglos. Embriagada por la orgullosa conciencia de su poder, la humanidad experimenta su juventud frívola con sus sueños e ideales, con su desparpajo y autoconfianza, con su rechazo a la autoridad y la tradición. La mente, llevada por las victorias en el campo del conocimiento, asume audazmente el papel de omnipresente en todos los asuntos y promete al hombre sin ayuda suprema, confiando solo en su propia fuerza para penetrar en los secretos de la existencia. Y la poderosa fe del hombre en sí mismo, y al mismo tiempo una fe exagerada, da lugar inadvertidamente a ese indiferentismo y escepticismo que congela el sentimiento religioso.

Pero hay otras épocas que podemos llamar siglos de la fe humana. En su mayor parte, vienen después de siglos de religión en declive y su opuesto. La adolescencia del hombre pasa rápidamente, y la frivolidad es reemplazada por una sabia experiencia. La juventud de la humanidad es transitoria y las pasiones y errores de los días pasados ​​son fugaces. La vida no ha cumplido sus promesas; la ciencia y la filosofía se encuentran impotentes ante los misterios de la existencia, sin poder penetrar más allá de la puerta del destino. Entonces se revela con toda su fuerza la necesidad de la oración y de la fe, siempre viva en el alma humana, necesidad que puede debilitarse pero no desaparecer; que se puede silenciar pero no borrar. Las “preguntas eternas” buscan su solución con particular urgencia, y el deseo de encontrarles respuestas alcanza su apogeo. La insatisfacción, la insatisfacción con el presente surge con una fuerza sin precedentes, y debido a que no hay esperanza para el futuro, solo hay una salida: la desesperación o el regreso a la fe. Y la humanidad indefensa apela al cielo olvidado. La religión, hasta ahora destruida, goza del más vivo interés, y el surgimiento del sentimiento religioso se siente en todas las esferas de la vida. La fe nunca ha sido más ardiente e insistente. Jamás el hombre se ha vuelto con mayor confianza en su aurora al más allá, nunca con mayor devoción se ha entregado en manos de la Providencia. La indiferencia y el escepticismo dan paso al despertar religioso y por mucho tiempo pierden todo sentido a los ojos de la gente.

La historia de la humanidad se remonta a los tiempos primitivos de la humanidad. También debemos volver allí si deseamos rastrear desde el principio las etapas de desarrollo por las que ha pasado la vida religiosa, los períodos de su declive y ascenso. No quedan monumentos históricos de aquellos tiempos lejanos, y la única guía que tenemos es la Biblia, aunque la información que en ella se reporta es demasiado corta e incompleta. Sin embargo, y sin posibilidad en este caso de una investigación certera, nos ya trasmitida en la Biblia. Los hechos demuestran que las fluctuaciones del sentimiento religioso no fueron ajenas a los primeros tiempos de la historia (bíblica). Es decir, la Biblia nos habla del olvido universal de Dios antes del diluvio. Según su historia, esta era una época de total maldad, cuando cada hombre tramaba el mal todos sus días. Los sentimientos religiosos, la necesidad de oración y la ayuda de lo alto se han debilitado visiblemente hasta el punto de que la gente no quería recordar ni siquiera el cielo, a pesar de todas las advertencias. La voz del predicador del arrepentimiento retumbaba en vano entre ellos. Sólo las olas del diluvio podrían lavar la maldad de la faz de la tierra, y con ella la humanidad depravada, que se ha olvidado de su Creador.

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