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Martes, 7 de mayo de 2024
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Los perpetradores como fiscales: una inquietante paradoja en el genocidio de Amhara y el imperativo de la justicia transicional

Escrito por Yodith Gideon, directora de la ONG Stop Amhara Genocide

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Escrito por Yodith Gideon, directora de la ONG Stop Amhara Genocide

En el corazón de África, donde durante siglos han prosperado culturas vibrantes y comunidades diversas, se desarrolla una pesadilla silenciosa. El genocidio de Amhara, un episodio brutal y horrendo en la historia de Etiopía, sigue en gran medida oculto a la vista internacional. Sin embargo, bajo este manto de silencio se esconde una escalofriante narrativa de sufrimiento insondable, asesinatos en masa y violencia étnica.

Contexto histórico y “Abisinia: el barril de pólvora”

Para comprender verdaderamente el genocidio de Amhara, debemos profundizar en los anales de la historia, que se remontan a una época en la que Etiopía enfrentó amenazas externas e intentos de colonización. Uno de los momentos más cruciales de esta historia fue el Batalla de Adwa en 1896 cuando Las fuerzas del emperador Menelik II resistieron con éxito los esfuerzos de colonización italiana.. Sin embargo, estos acontecimientos sentaron las bases para un legado preocupante de tensiones y divisiones étnicas.

Durante esta época, se propusieron estrategias destinadas a crear discordia étnica, especialmente descritas en el libro "Abyssinia: The Powder Barrel". Este insidioso manual buscaba presentar al pueblo amhara como opresores de otros grupos étnicos, con la intención de sembrar las semillas de la división dentro de Etiopía.

Mal uso de Minilikawuyan

Si avanzamos rápidamente hasta el día de hoy, somos testigos de un inquietante resurgimiento de tácticas históricas en Etiopía. Elementos de las fuerzas de defensa federales y de las autoridades gubernamentales, junto con otros perpetradores, han resucitado el término “Minilikawuyan” para etiquetar falsamente a la población amhara como opresora. Esta narrativa falsa, inicialmente sugerida por los italianos en el libro “Abisinia: El barril de pólvora” y posteriormente propagada a través de esfuerzos misioneros divisivos, ha sido trágicamente mal utilizada para justificar la violencia contra amharas inocentes.

Es fundamental aclarar que los amharas no tienen ninguna responsabilidad histórica por los actos de opresión. Esta narrativa es una distorsión de los hechos históricos y sirve como pretexto para la violencia actual contra los individuos amhara, que a menudo son agricultores empobrecidos que viven en circunstancias extremas.

Los horrores desatados

Imagínese una tierra donde las comunidades alguna vez coexistieron armoniosamente, ahora desgarradas por una ola de violencia que no muestra piedad. Niños, mujeres y hombres han sido víctimas de actos de brutalidad inimaginable, y sus vidas han sido extinguidas sin otra razón que su origen étnico.

Los perpetradores de este genocidio, envalentonados por una narrativa histórica retorcida, emplean términos despectivos como “Neftegna”, “Minilikawiyans”, “jawisa” y “burros” para deshumanizar y vilipendiar al pueblo amhara. Ese lenguaje degradante se ha convertido en un arma que se utiliza para justificar las atrocidades atroces que se están cometiendo.

Un mundo que hace la vista gorda

La impactante verdad es que, a pesar de la escala de estas atrocidades y el flagrante uso indebido de narrativas históricas para alimentar la violencia, la comunidad internacional ha optado en gran medida por permanecer en silencio, sin llegar a llamarlo como es: genocidio. Esta vacilación amenaza con envalentonar a los perpetradores y erosionar la esperanza de justicia para las víctimas.

El mundo tiene una dolorosa historia de renuencia a la hora de intervenir en genocidios. Ruanda y Bosnia son crudos recordatorios de lo que sucede cuando la comunidad internacional no actúa con decisión. Las consecuencias son devastadoras y provocan la pérdida de innumerables vidas.

Mientras desenmascaramos los horrores del genocidio de Amhara, nos queda una pregunta inquietante: ¿Cómo puede un gobierno genocida servir como fiscal, juez e instrumento legal de su propia persecución? El mundo no debe permitir que continúe esta inquietante paradoja. La acción inmediata no es sólo un imperativo moral sino también un deber para con la humanidad.

Rompiendo las cadenas del silencio

Es hora de que el mundo rompa el silencio que envuelve el genocidio de Amhara. Debemos afrontar la cruda e irrefutable verdad: lo que está sucediendo en Etiopía es, de hecho, un genocidio. Este término conlleva un imperativo moral, un llamado a la acción que no se puede ignorar. Nos recuerda la promesa de “nunca más”, un voto para evitar que tales horrores se repitan.

Un camino a seguir: un gobierno de transición integral

Para abordar el genocidio de Amhara de manera integral, proponemos el establecimiento de un gobierno de transición en Etiopía. Este organismo debe estar integrado por personas inquebrantables en su compromiso con la justicia, la reconciliación y la protección de los derechos humanos. Es importante destacar que los partidos políticos sospechosos de estar involucrados en el genocidio, o declarados culpables, deben ser excluidos de todas las actividades políticas y llevados ante la justicia. Esto garantiza que los culpables rindan cuentas, mientras que los inocentes puedan eventualmente reanudar sus actividades políticas una vez absueltos.

Un llamado a la acción

El genocidio de Amhara sirve como un sombrío recordatorio de nuestra responsabilidad colectiva de proteger vidas inocentes y evitar que tales horrores se repitan. La condena por sí sola no será suficiente; Es imperativa una acción inmediata y decisiva.

La Convención sobre el Genocidio: un imperativo moral

La Convención sobre Genocidio, adoptada por las Naciones Unidas en 1948, describe la obligación de la comunidad internacional de prevenir y castigar los actos de genocidio. Define genocidio como “actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. El genocidio de Amhara entra inequívocamente dentro de esta definición.

El silencio o la renuencia de la comunidad internacional a calificarlo como tal es una desviación desalentadora de los principios consagrados en la Convención sobre el Genocidio. El imperativo moral de la convención es claro: el mundo debe actuar con decisión para impedir las atrocidades en curso contra el pueblo amhara.

Justicia transicional: un camino hacia la curación

La justicia transicional, tal como la definen las Naciones Unidas, busca abordar el legado de abusos masivos contra los derechos humanos. En el caso del genocidio de Amhara, se convierte no sólo en una necesidad sino en un salvavidas para sanar a una nación profundamente herida.

Al considerar el camino a seguir para Etiopía, queda muy claro que al gobierno actual, implicado en la perpetración del genocidio de Amhara, no se le puede confiar la responsabilidad de poner fin a esta crisis humanitaria, exigir responsabilidades a los culpables y fomentar la reconciliación y la paz. Los mismos actores responsables de estos actos atroces no pueden liderar de manera creíble un proceso de justicia transicional. Su presencia continua en el poder plantea una amenaza inminente para las víctimas, que siguen en grave peligro. El riesgo de más violencia, silenciamiento de testigos y asesinatos selectivos sigue siendo grande mientras los responsables del genocidio mantengan el control. Entra en juego el concepto de “cuasi cumplimiento”, donde puede haber una apariencia de cooperación con esfuerzos internacionales, pero las estructuras subyacentes de poder e impunidad permanecen intactas, lo que hace que cualquier proceso de justicia de transición sea ineficaz y potencialmente aún más perjudicial para las víctimas. Es imperativo contar con un gobierno de transición verdaderamente imparcial e integral, así como con supervisión internacional, para garantizar que prevalezca la justicia y se pueda lograr una paz duradera en Etiopía y en la región en general.

Un gobierno de transición integral, compuesto por figuras imparciales comprometidas con la justicia y la reconciliación, puede allanar el camino para esta curación tan necesaria. Debe priorizar:

  1. Verdad: Antes de que se pueda lograr la rendición de cuentas, se debe revelar el alcance total de las atrocidades y el contexto histórico que las condujo. Un proceso integral de búsqueda de la verdad es vital para reconocer el sufrimiento de las víctimas y comprender los factores que impulsaron el genocidio amhara.
  2. Responsabilidad: Los perpetradores, independientemente de su afiliación, deben ser llevados ante la justicia. Debe enviarse un mensaje claro de que no se tolerará la impunidad.
  3. Restitución: Las víctimas del genocidio de Amhara merecen restitución por su sufrimiento. Esto incluye no sólo la compensación material sino también el apoyo para la recuperación psicológica y emocional.
  4. Reconciliación: Es primordial restablecer la confianza entre las comunidades, muchas de las cuales han sido desgarradas por esta violencia. Las iniciativas que fomenten el entendimiento y la cooperación deben ser centrales en la agenda del gobierno de transición.

Para concluir, instamos encarecidamente a la comunidad internacional a:

  1. Reconocer públicamente el genocidio de Amhara como genocidio, subrayando la necesidad de una intervención inmediata.
  2. Ampliar el apoyo a la formación de un gobierno de transición integral en Etiopía, dirigido por figuras imparciales dedicadas a la justicia y la reconciliación.
  3. Imponer una prohibición a todos los partidos políticos relacionados con el genocidio hasta que sean absueltos de irregularidades.
  4. Proporcionar ayuda humanitaria urgente a las víctimas del Genocidio Amhara, atendiendo a sus necesidades inmediatas.
  5. Forjar colaboraciones con socios y organizaciones internacionales para garantizar que la justicia, la restitución y la reconciliación se logren de manera efectiva y duradera.

Etiopía, como el ave fénix, debe resurgir de las cenizas de este capítulo oscuro de su historia. Al comprometernos colectivamente con la justicia, la reconciliación y la salvaguardia de los derechos humanos, podemos esperar un futuro en el que reine la unidad y la paz. Es hora de que el mundo preste atención a las lecciones de la historia y evite que se escriba otro capítulo trágico.

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